Beccar sin atención: centros de salud vacíos, pacientes abandonados

El sistema sanitario en Beccar se deteriora. El CAPS San Isidro Labrador está vacío, sin médicos ni insumos. Ya no hay operativos de salud y el Hospital Central, colapsado, es la única opción para vecinos que antes se atendían en el barrio
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 En Beccar, la salud pública atraviesa un momento crítico. Lo que antes eran servicios accesibles y constantes desde el propio barrio, hoy se transformó en una odisea burocrática y sanitaria. Los vecinos denuncian un deterioro sostenido del CAPS San Isidro Labrador, ubicado en la calle Udaondo, con turnos clínicos y pediátricos que demoran más de siete meses, falta de insumos, ausencia de profesionales médicos y hasta situaciones de atención interrumpida por falta de gasas, guantes o jeringas.

Durante los meses más fríos del año, la sala de espera del CAPS permaneció sin calefacción, exponiendo a personas mayores, embarazadas y niños a temperaturas bajo cero mientras aguardaban ser atendidos. “Estuve más de dos horas con mi bebé envuelta en una manta, no había calefacción y nos pidieron que lleváramos nuestra propia jeringa para la vacuna”, relató una madre en un grupo vecinal, donde su testimonio fue rápidamente replicado por decenas de usuarios con experiencias similares.

El centro de atención primaria, que hasta hace un tiempo resolvía casos clínicos básicos, vacunaciones, controles pediátricos y atención general sin derivación, fue reducido a un espacio sin recursos ni personal disponible. La opción de atenderse allí ya no es real para la mayoría de los vecinos, que terminan apelando al Hospital Central de San Isidro, hoy colapsado tras la decisión del intendente Ramón Lanús de adherir al programa SAMO y abrir sus puertas a pacientes de toda la provincia.

Los operativos de salud barrial, otrora frecuentes en plazas o centros comunitarios de Beccar, desaparecieron por completo. Controles de presión arterial, campañas de vacunación, seguimiento de enfermedades crónicas y actividades de prevención que antes llegaban a barrios como Bajo Boulogne, Beccar Central o el entorno de La Cava, ya no existen.

Vecinos que residen a varias cuadras del hospital central, y sin acceso a movilidad propia, deben recorrer largas distancias o pagar transporte privado para ser atendidos por una dolencia común, como fiebre, dolor abdominal o chequeos clínicos. Lo que antes era una red descentralizada de atención se convirtió en un sistema centralizado y saturado, sin capacidad de respuesta ni logística barrial.
“Nos dejaron sin salud”, afirma con impotencia una vecina que llevó a su madre al CAPS San Isidro Labrador y se encontró con una lista de elementos que debía traer desde su casa para poder ser atendida. La salud dejó de ser un derecho accesible y se volvió una carga que recae enteramente sobre el ciudadano.

En Beccar, la gestión sanitaria de Ramón Lanús ya no puede ocultar su fracaso: lo que funcionaba, fue desarmado; lo que prometía mejoras, trajo abandono. Hoy, el barrio padece una emergencia silenciosa, sin insumos, sin médicos y sin respuestas
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