De plazas vivas a espacios vacíos: el retroceso cultural y comunitario en Martínez

Martínez, antes motor cultural de San Isidro, hoy sufre abandono. Plazas apagadas, programas municipales desaparecidos y falta de propuestas para adultos mayores dejaron a la comunidad sin espacios ni actividades para reunirse.
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 Vecinos de Martínez coinciden en una misma sensación: la vida comunitaria se apagó. Donde antes había clases, ferias, caminatas, actividades culturales o recreativas, hoy solo hay silencio y abandono.
Los espacios más emblemáticos del barrio, como la Plaza 9 de Julio, el Paseo de Bicicletas y la zona de Alvear en el río, han perdido el dinamismo que los caracterizaba. “Antes sabías que ibas a encontrar algo: yoga, zumba, ferias, obras para chicos. Ahora, si hay algo, no te enterás o es esporádico. Ya no hay nada que sostenga el vínculo entre vecinos”, lamentó una residente de la calle Paunero.

El espíritu de comunidad también se desdibujó en Puerto Libre, histórico centro recreativo para personas mayores que supo ser símbolo de inclusión y bienestar. Hoy, sus usuarios denuncian menos actividades, menos cupos y menos presencia municipal. “Nos sacaron lo poco que teníamos. Antes veníamos a bailar, a caminar, a ver amigos. Ahora no hay propuestas, nadie te explica nada y no hay respuesta si pedís algo”, expresó Elena, jubilada de 72 años.

Una de las mayores ausencias que señalan los vecinos es la del programa “San Isidro Cerca”, que fue discontinuado sin explicación. Este operativo acercaba servicios municipales a cada barrio, como atención médica básica, castraciones, vacunación, orientación social y trámites simples. “Era un servicio que nos hacía sentir cuidados. Ahora hay que ir hasta el centro, hacer colas o directamente resignarse”, apuntó un comerciante de Av. Santa Fe.

El vacío también se extiende a la oferta cultural. Actividades históricas como los Premios Mujica Laínez (literatura) o el Kenneth Kemble (artes visuales), que dieron identidad y prestigio al distrito, dejaron de realizarse. Artistas locales de Martínez, que antes encontraban en esos espacios una plataforma de visibilidad y pertenencia, hoy se sienten desplazados y silenciados.

La falta de propuestas culturales, deportivas y sociales no solo afecta a los adultos mayores. Jóvenes, familias y trabajadores expresan que “ya no hay nada para hacer” si no se paga una actividad privada. “Todo lo que hay lo organizan los clubes, y hay que pagar cuotas. El Municipio antes ofrecía alternativas gratuitas que estaban buenísimas, ahora no hay nada”, señaló un padre del barrio Alem.

El resultado es visible: las plazas ya no convocan, los espacios públicos dejaron de ser puntos de encuentro, y la vida barrial se fragmenta. En vez de construir comunidad, la gestión actual parece haber optado por dejar que cada vecino se arregle como pueda.
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