Estrategias para enseñar paciencia a los niños en la era de la gratificación inmediata

En tiempos donde dominar la espera es un desafío, el psicólogo de Harvard Richard Bromfield propone métodos prácticos para fortalecer el autocontrol infantil, clave para el desarrollo socioemocional
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 En la era actual, donde los avances tecnológicos ofrecen respuestas rápidas y el entretenimiento está a solo un clic de distancia, los padres enfrentan un desafío significativo: criar hijos que sean capaces de esperar, reflexionar y desarrollar paciencia.

Forbes destacó recientemente cómo Richard Bromfield, psicólogo de Harvard, identificó la gratificación instantánea como un factor clave que alteró los procesos de socialización de los niños, afectando su capacidad para ser resilientes y aprender a manejar la frustración.

En su libro Un niño contento en 28 días, Bromfield propone soluciones efectivas para contrarrestar este fenómeno, enfocándose en enseñar a los niños a valorar el esfuerzo y a cultivar el autocontrol en un mundo cada vez más impaciente.

Según Bromfield, con la disponibilidad de dispositivos electrónicos, entregas rápidas de compras y el acceso instantáneo a todo tipo de entretenimiento, los niños rara vez enfrentan la necesidad de esperar.

A través de estos mecanismos inmediatos, se les priva de la oportunidad de desarrollar habilidades como la paciencia, fundamentales para el éxito a largo plazo. De acuerdo con el psicólogo, los padres tienen la responsabilidad de enseñarles a sus hijos cómo lidiar con la espera, un proceso que, aunque desafiante, puede marcar la diferencia en su desarrollo emocional.

Uno de los conceptos más importantes que Bromfield subraya es la gratificación retrasada. En un mundo donde el acceso instantáneo es la norma, enseñar a los niños a esperar se convierte en una habilidad fundamental.

Según un estudio realizado en Singapur en 2024 y publicado en Applied Developmental Science, los niños que aprenden a posponer la gratificación a una edad temprana experimentan un mejor desempeño académico y una menor propensión a conductas disruptivas.

Este estudio refuerza la importancia de enseñar a los niños a esperar, ya que no solo se trata de disciplina, sino de una inversión en su éxito futuro.

La gratificación diferida se relaciona directamente con el autocontrol y la memoria de trabajo, dos aspectos clave para el desarrollo de los niños. Aprender a esperar, por ejemplo, tiene implicaciones directas en su capacidad para gestionar sus emociones y tomar decisiones bien pensadas.

Bromfield propone que los padres fomenten este comportamiento a través de situaciones cotidianas que requieran esperar, sin ceder a las demandas inmediatas de los niños.

Crear experiencias de espera cotidianas es una de las maneras más efectivas de enseñar paciencia a los niños. Bromfield sugiere que los padres implementen actividades diarias que les obliguen a esperar, como retrasar el uso de pantallas hasta después de haber realizado las tareas o ahorrar para comprar algo que deseen. Estas experiencias no solo enseñan a los niños a tolerar la frustración, sino que les ayudan a asociar las recompensas con el esfuerzo y la paciencia.

Un aspecto clave de esta enseñanza radica en cómo los niños perciben las recompensas. Un estudio publicado en Frontiers in Psychology descubrió que los niños que valoran el éxito personal y la superación tienen más probabilidades de esperar una recompensa mayor, en comparación con aquellos que prefieren la gratificación inmediata.

Otro concepto que Bromfield aborda es el aburrimiento, una experiencia que muchos padres intentan evitar a toda costa. Sin embargo, el aburrimiento juega un papel crucial en el desarrollo de habilidades como la creatividad y la resolución de problemas.

En lugar de llenar cada vacío de tiempo libre con dispositivos electrónicos, Bromfield sugirió a Forbes que los niños experimenten momentos de quietud y reflexión. Este espacio sin distracciones puede ser una oportunidad para que los niños desarrollen su creatividad.

Investigaciones recientes citadas por Forbes y publicadas en el Journal of Intelligence respaldaron la idea de que la distracción mental, combinada con la curiosidad y la persistencia, fomenta habilidades cognitivas esenciales.

Permitir que los niños experimenten momentos de aburrimiento, guiados por un adulto, no solo mejora su capacidad de aprendizaje, sino que también les enseña a lidiar con el malestar emocional asociado a la frustración.

Una estrategia adicional que Bromfield recomendó a Forbes para fomentar la paciencia es utilizar el enfoque de “Ahora no” en lugar de un rotundo “No”.

Este método consiste en reconocer los deseos del niño, pero posponer la satisfacción hasta un momento más adecuado. Un ejemplo típico sería decir, “Ahora no, pero puedes tenerlo después de la cena”. Este enfoque no solo ayuda a los niños a manejar la espera, sino que también les enseña a entender los límites y a asociar las recompensas con el momento oportuno.

La estrategia “Ahora no” también fomenta la resiliencia emocional. Según el psicólogo de Harvard, al dar a los niños un sentido de control sobre el momento en que recibirán su recompensa, se fortalece su capacidad para esperar sin frustrarse.

Este enfoque, respaldado por investigaciones previas como el famoso experimento del malvavisco de Stanford, demuestra que los niños que pueden esperar para obtener una recompensa mayor tienden a desarrollar hábitos más saludables y una mayor autodisciplina en su vida adulta.
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