Ni cámaras ni patrullas: el corazón de San Isidro vive una ola de robos sin freno
Comercios asaltados, robos con inhibidores y vecinos mayores amenazados reflejan el avance de la violencia en San Isidro centro. A metros del Hipódromo y del centro comercial, las alarmas suenan y nadie responde. La zona es tierra de nadie
El centro de San Isidro, uno de los puntos más transitados y vigilados del distrito, se encuentra inmerso en una preocupante escalada de inseguridad que ya no distingue hora ni lugar. A plena luz del día o en plena madrugada, los robos se suceden sin que haya respuestas efectivas por parte de las autoridades municipales ni de las fuerzas policiales. El hecho que encendió todas las alarmas ocurrió en el Barrio de las Carreras, a solo dos cuadras del Hipódromo de San Isidro. Dos jubilados fueron despertados en la madrugada por la alarma de su propia casa. Delincuentes habían forzado la reja de entrada utilizando un cricket. Sin que nadie los detuviera, entraron, corrieron hacia los dueños de casa, los encañonaron y los obligaron a desconectar el sistema de alarma. Luego recorrieron la vivienda con total tranquilidad y se llevaron pertenencias de valor. El violento episodio dejó conmocionados a los vecinos de la zona, que no encuentran respaldo institucional pese a los constantes reclamos. Pero la inseguridad no se limita a las casas particulares. En Don Bosco al 100, en pleno horario comercial, el local de ropa “Livre Moda Circular” fue asaltado por dos delincuentes armados. Amenazaron y golpearon a las dueñas, para luego encerrarlas en una sala trasera. El hecho ocurrió en mediodía, con comercios abiertos y tránsito activo. Aun así, nadie acudió en el momento. Se llevaron todo el dinero en efectivo de la caja y huyeron sin dejar rastros. La modalidad de robo con inhibidores también se ha instalado como parte del paisaje habitual en el centro comercial de la calle Belgrano. Varios vecinos han denunciado que al estacionar sus vehículos, las alarmas no se activan, y al regresar, descubren que sus pertenencias fueron sustraídas sin ninguna rotura visible. Este tipo de robo requiere apenas segundos y un pequeño dispositivo electrónico, mientras las cámaras de seguridad —cuando existen— no están conectadas a ningún sistema de vigilancia en tiempo real. El municipio sostiene que el programa de patrullaje preventivo y la red de monitoreo funcionan correctamente. Sin embargo, los hechos contradicen el relato oficial. Las patrullas que circulan por el centro son, en su mayoría, vehículos municipales tripulados por inspectores desarmados, sin capacidad de intervención ante delitos. Su función es solo dar aviso a la policía, lo que genera demoras críticas en la respuesta. Mientras tanto, los vecinos se sienten cada vez más desprotegidos y expuestos, aun cuando pagan altas tasas municipales. El programa “Ojos en Alerta”, que propone a los ciudadanos actuar como reporteros de delitos vía WhatsApp, es visto por muchos como una estrategia de marketing político más que una solución estructural. La realidad es innegable: el centro de San Isidro, aún con su imagen histórica de orden y tranquilidad, hoy no ofrece garantías básicas de seguridad. Lo que sucede en sus calles y comercios muestra con crudeza una gestión que no logra —o no quiere— dar respuestas a una problemática que se agrava día tras día.
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